Historia del Método



Historia del Método de Ovulación  Billings® 

El descubrimiento del Dr. John y Evelyn Billings, AM, DCSG, MBBS, DCH 

La historia comienza en 1953, cuando John Billings, Doctor en Neurología de Melbourne (Australia) recibió una petición de colaboración por parte de un sacerdote católico que intentaba John y Evelyn Billings ayudar a un grupo de matrimonios que deseaban llevar adelante una paternidad responsable, regulando su fertilidad y habían decidido emplear solamente métodos naturales.

Inicialmente tanto John como Evelyn Billings dudaron de su capacidad para ayudar, ya que ellos tenían unas especialidades médicas diferentes (ella era pediatra). Aún así, deciden comprometerse con su amigo y dedicar unos tres meses al estudio del tema. Esos tres meses se convirtieron realmente en toda su vida: John Billings falleció en abril de 2007 y hasta el final estuvo dedicado a la investigación en este campo.

En su mente estaba que las mujeres necesitaban ser capaces de interpretar sus ciclos, si es que querían tener el control de su propia fertilidad. Evidentemente, lo que faltaba era un indicador de fertilidad que pudiera ser reconocido por las mujeres. En aquellos años sólo se conocía el ritmo y la temperatura, pero no eran suficientes para muchos de los casos que les presentaban. Por lo que el Dr. Billings comenzó a buscar en la literatura médica algo que ayudara a desarrollar un método mejor que los conocidos hasta entonces.

Descubrió que existían muchas referencias sobre un tipo especial de moco lubricante y viscoso, producido por las células que tapizan el cuello uterino, durante el periodo de la ovulación.
Aunque esto había sido observado por los médicos durante muchos años, los ginecólogos nunca habían preguntado a sus pacientes si ellas lo habían percibido. John Billings reconoció la posible significación del moco cervical como indicador de la ovulación.
Después de interrogar a un reducido número de mujeres, pudo esclarecer que durante un ciclo menstrual era común observar distintos tipos de moco. Entonces había que determinar si existía un patrón típico y si las mujeres podrían identificar sus días fértiles.

Con la colaboración de cientos de mujeres, inició un estudio clínico en el que surgió rápidamente un patrón tipo de moco cervical. Se hizo evidente que la sensación producida por el moco, así como su apariencia, permitiría a las mujeres reconocer el comienzo de los días fértiles. Ni siquiera la ceguera podía constituir una barrera para el aprendizaje. El patrón resultó ser similar para todas las mujeres.

Con este estudio se pudo constatar que las mujeres que no tenían relaciones sexuales cuando tenían moco no se quedaban embarazadas. Y al contrario, a las que sí querían descendencia, se les decía que tuviesen relaciones sexuales cuando había moco y conseguían el embarazo. Ya en aquellos años se dieron cuenta de la importancia de la sensación de resbalosidad para la fertilidad.

Tras realizar varias tablas de control con diferentes mujeres que habían llevado a cabo una observación continua de los periodos de fertilidad, comenzaron los estudios científicos para demostrar y certificar que las observaciones clínicas habían sido correctas.

La colaboración del Dr.Brown y el Dr. Odeblad

El doctor Billings creía que había descubierto un posible método natural para reconocer la fertilidad, pero necesitaba una respuesta científica a sus estudios clínicos. En 1962 John Billings conoció a James Brown, un prestigioso médico de Nueva Zelanda experto en medición de hormonas, recién llegado a Melbourne. Desde entonces y hasta su fallecimiento en el año 2009, el Dr. Brown no dejó de trabajar en el MOB™. Realizó más de 750.000 ensayos hormonales para apoyar la base científica del método.

Juntos vieron que lo que el Dr Billings había descubierto era científicamente correcto y que la resbalosidad estaba relacionada con la ovulación.
Por aquel tiempo, la Dra. Billings comenzó a escribir su libro sobre el Método de la Ovulación Billings™. Además le pidieron ayuda para interpretar los casos de lactancia y premenopausia, que ellos encontraban difíciles. Evelyn no tuvo dificultad en interpretarlos: cuando había cambios en el patrón significaba fertilidad y cuando no los había significaba infertilidad. Brown confirmó científicamente estos resultados mediante sus medidas hormonales.

En ese momento se dieron cuenta de que sus problemas con esas gráficas dificultosas venían de estar tomando también la temperatura. Ésta no subía, y pensaban que no ovulaban, pero en las gráficas sí se veía la ovulación. Comprobaron que la relación entre la subida de la temperatura y los cambios en los niveles de progesterona es muy variable, por lo que la localización de la ovulación por el ascenso térmico puede tener un error de hasta -1 a +4 días.

Además esta variación a veces se produce en función de factores que no dependen de la ovulación. Por ello tomaron la decisión fundamental de que ni la temperatura ni el ritmo formarían parte del Método de la Ovulación y abandonaron el ritmo y la temperatura . Desde ese momento sólo prestaron atención al moco. Por otra parte ya tenían el respaldo científico: habían conseguido la correlación científica entre las hormonas y las observaciones de la mujer hechas en la vulva.

En 1970 el Dr. Eric Odeblad asistió a un congreso en Australia y conoció a los Dres. Billings. Comenzó a colaborar con el Dr Billings ya que él llevaba bastante tiempo estudiando la función cervical y el moco. Ahora lo que buscaban era la correlación científica entre el cérvix (la función cervical y los tipos de moco) con las hormonas y las sensaciones de la vulva. Fue otra pieza fundamental para establecer las bases científicas del método.

En 1972 se publican por primera vez las bases científicas del método y también se dan cuenta de la eficacia de enseñarlo de mujer a mujer. Desde entonces los avances científicos han permitido corroborar las reglas del método. Se ha dado cada vez más importancia a la sensación en la vulva y también a la sencillez del método. Sus conclusiones actuales son que al enseñar hay que hacer el método sencillo para las usuarias, a pesar de toda la ciencia que lo sustenta. Las usuarias, en general, no necesitan saber la mayor parte de las bases científicas. Lo fundamental es enseñar cómo hacer las observaciones, las anotaciones y cómo aplicar las 4 reglas, que son siempre las mismas y que se aplican siempre igual, en cualquier situación.
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